domingo, 18 de abril de 2021

LIMPIO

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Por toda la casa hay bolsas de compra llenas de poesía; se pudre el amor. Debajo de ellas, museo de lágrimas, se ve filtrarse la nostalgia, gotean palabras lavadas con olor a agobio; aun las cosas que dijiste en broma en las tardes, sobre todo cuando solías herirme y hacer malabares con mi sangre. Pero no conseguirás que vuelva al trapeador y al detergente, estoy cansado de pasar todo el día en la cocina: he hecho, por fin, el postre como lo hacía tu madre, dos años duró en el horno, uno más en la heladera… esperar afuera de la habitación a que probaras y dijeras que hacía falta algo, que estaba casi listo, me produjo juanetes, estoy descalzo, no resisto otro sendero, a esta edad apenas y alcanzo a bañarme para seguir pareciendo el mejor hombre del mundo.
 No soporto el desaseo, no preciso dormir con tantos recuerdos en lugares donde debería reinar la posteridad; además, el aroma de tu desayuno favorito necesita encontrar, sin tropiezos, el camino hasta el ya casi inexistente:

 

        ¡Buenos días!

        ¡Buenos días!

        Ignorados en su nido, como te gustan…

        Se ven bien, pero les falta fe

        He corrido mayores riesgos, pero todavía no consigo arriesgarlo todo

        Revisa el procedimiento, ha de ser falta de ensueño o desmedida obstinación

        ¿Pretendes probarlo?

        Huele bien, pero les falta matiz y, de tanto pensarlo, se han puesto indiferentes

        Me esforzaré para el almuerzo

        Regresaré de noche, las sombras saben a silencio

 

Al alba, suena el desamor y me obligo a despertar perdido entre las sábanas de un nuevo día, tan lleno de necesidad y de distancia. Tengo la lista del quehacer y el plan de vida tan escaso de tiempo y de memoria que los latidos no llegarán a las onces, pero en algo he de invertir esta paciencia para que encuentres las cosas en su lugar, de manera que voy limpiando los escaparates del discurso y alcanzo una que otra epifanía:

 

Tras la puerta

Mis manos: gemidos que invocan tu otro cuerpo… de agua y nube.

 

Corro desesperado a la alcoba, no vaya a ser que entres por la ventana y te enredes con los suspiros. Limpio, limpio, recojo los ecos…

 

 

Escondidos

Bajo la cama sigue expectante la niñez, entre zapatos jadeantes, la oscuridad y el frescor de las baldosas, nuestros ojos no pueden cerrarse a la luz de lo prohibido, al cálido temblor de los cuerpos asustados de sí mismos.

 

La cocina es un infierno al que no quiero ceder, pero el alma de la casa tiene tus disposiciones: las caricias del canto, todos los fetiches, los señuelos. Regreso con la mejor destreza a las estanterías donde no supe almacenar las indicaciones, los permisos agotados convertidos en advertencias y en prohibiciones, la manera de pasar los dedos bajo la blusa, el ángulo desde cual mirarte antes de acompasar la respiración con el ritmo en las venas de tu empeine, antes de despertar en el sueño de…

 

        Cansancio, ¿Qué otro significado podría tener la vida?

        Entendí que la noche era la forma de la felicidad, que aún era temprano, que el tiempo era lo de menos.

        Sobrevaloras el cuerpo, el placer es otro tipo de desecho

        Comprendo que el sol produzca el espejismo, pero la oscuridad lame y roza y tiembla y respira

        El sudor es el mismo cuando callas, cuando sueñas, cuando gimes, cuando lloras, acaso se evapora cuando ríes, pero deja el aire plagado de ambición

        Los baños están limpios, las duchas, los retretes, las toallas…

        …tus manos y las mías, también, conservadas en una discusión innecesaria que retrasa el descanso.

 

Mi refugio es respirar. Mientras reposas a tu lado, en la profunda fortaleza de una boca abierta, rodeo tu sueño y, aún allí, salen a mi encuentro, con ojos de haber estado esperándome por años, las alucinaciones del persistir, se arrojan contra mí buscando las zonas más cálidas de una expectativa que no encuentran y terminan convertidas en sucios papeles, en latas y frascos desperdigados por doquier, en residuos que me ocupo de acomodar toda la noche, en las bolsas de compras que has dejado pendiendo de la única ventana, cerrada por dentro… tu presencia.

Termino el servicio postrado en el umbral que da a la calle, pronto vendrá el camión del reciclaje y entiendo que habrá cosas que consideras cercanas, anécdotas necesarias para conservar actuales las conversaciones de la fiesta, del shopping, las cosas que hay que referir, por reflejo, en algún incómodo silencio de la tarde.

Acurrucado en medio del cúmulo dispuesto para la omisión, soy un empaque más. Tengo tiempo de revisarlo todo:

 

Empatía

Había traído algunas gotas de agua en la palma de su mano. Caminaba equilibrando las distancias entre ellas, a punto de caer en la indefinición o en la generalidad, pero estaba desnuda y yo no podía concentrarme en el argumento, sus pies empinados entre los baldosines hablaban de otra cosa, se detuvo… grito mi nombre… y en el aire quedaron suspendidos los reflejos de todo lo que no entendí. Sobre las huellas de su esfuerzo estallaron, aún separadas y diminutas, sus razones.

 

El afán es torpe pero rápido como la alborada cuando no tienes dudas sobre la luna y sus colores, o sobre el horizonte y las penas germinadas en su nombre: somos puntos de la línea de corte, satélites de nosotros mismos. Hurgué con prisa dentro de cada cúmulo, al principio con cuidado y luego, ya absortó en la inminencia de la mañana, con desespero, tratando de seleccionarte… algún evento fallido terminó cortándome ambas manos, no pude continuar, la tristeza terminaría por volver a desorganizar la casa y teníamos justo el tiempo de la rutina tanto demoramos en aprender:

 

    ¡Gracias!

    Lo sabíamos desde el principio, solo restaba servir y disfrutar.

    No sabíamos las sobras, los enseres untados…

    Ese ha sido mi encargo…

    Por mí, solo agua en la mano, solo sueño…

    Por ti, limpio el corazón, la entrada y la salida.

     ¡Gracias!

 

Colofón

La montaña de escombros coronada de lluvia. Jugando a vivir, un niño sube, descansa la ruta. En su cara de agua, entre lagrimones de mugre, atraviesa la sonrisa, un bulto de libretas de papel, de plástico y botellas de cristal le abre paso al hambre del venidero día. 

 

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